El consumo de
drogas está asociado al despertar de algunas enfermedades mentales, aunque no todo el mundo que consume drogas
desarrolla la enfermedad, sí que es cierto que en las personas con
vulnerabilidad alta a padecer esquizofrenia, el consumo puede desencadenar la
enfermedad.
Está demostrado
que el consumo de drogas aumenta las posibilidades de padecer esquizofrenia y
hacen que los síntomas aparezcan antes y sean más severos. La edad de aparición
está entre los 15 y los 25 años. Entre los pacientes esquizofrénicos el consumo
de drogas es mayor en los hombres que en las mujeres, aunque actualmente hay un
aumento significativo entre éstas. Un dato sorprendente es que entre los
consumidores de cannabis el riesgo de padecer esquizofrenia es seis veces mayor
que entre los no consumidores. La cocaína es la droga que más ingresos
hospitalarios provoca, con rasgos muy parecidos a la psicosis delirante:
alucinaciones visuales, auditivas o táctiles, cree que le ven o le persiguen, tiene
ideas delirantes...
Las drogas
(incluido el alcohol) son un factor de riesgo y un desencadenante. Su consumo
está directamente relacionado con el riesgo de recaída. Hoy, seis de cada diez
drogodependientes atendidos en la red de toxicomanías españolas padecen además,
un trastorno mental. Sufren una enfermedad que los especialistas han dado en
llamar, patología dual (personas que sufren una adicción y una enfermedad
mental) y la mayoría de los pacientes que la sufren no están diagnosticados.
Las consecuencias
que el cannabis, el alcohol y la cocaína traen consigo en plena adolescencia es
dañar el cerebro y el comportamiento humano, lo que derivará en un futuro no
lejano en una enfermedad mental grave, como la esquizofrenia, un trastorno
bipolar o una tendencia creciente al suicidio.
Los
síntomas de los trastornos causados por las drogas se pueden encontrar en
cambios en el comportamiento como anteriormente ya hemos dicho, como por
ejemplo disminución en la asistencia y rendimiento en la escuela, meterse en
problemas con frecuencia (peleas,
accidentes, actividades ilegales), usar sustancias en situaciones que
representan un peligro físico (mientras conduce u opera una máquina), actuar a
escondidas o de manera sospechosa, manifestar cambios en el apetito o los
patrones de sueño, exhibir cambios sin explicación en la personalidad o la actitud, demostrar cambios en el estado de ánimo
(irritabilidad o estallidos de ira), pasar por períodos inusuales de
hiperactividad, agitación o aturdimiento, no tener motivación, mostrarse
temeroso, ansioso o paranoico sin razón alguna. También se pueden encontrar en
los cambios físicos, como ojos inyectados de sangre y pupilas de tamaño
anormal,
pérdida o incremento de
peso repentinos, deterioro del aspecto físico, olores inusuales en el aliento,
el cuerpo o la ropa, temblores, habla inarticulada o coordinación atrofiada. Y
en los cambios sociales, como por ejemplo cambio repentino de amigos, lugares
favoritos de reunión y pasatiempos, problemas legales vinculados con el uso de
sustancias, necesidad de dinero sin explicar o problemas financieros, uso de
sustancias incluso a pesar de que generan problemas en las relaciones.
Para finalizar nos gustaría que las personas que en
estos estén consumiendo o lo quieran hacer reflexionen sobre lo que acaban de
leer, ya que es nuestra propia experiencia.
Taller
de periodismo del CRIS
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