viernes, 28 de abril de 2017

DROGAS Y ENFERMEDADES MENTALES

El consumo de drogas está asociado al despertar de algunas enfermedades mentales,  aunque no todo el mundo que consume drogas desarrolla la enfermedad, sí que es cierto que en las personas con vulnerabilidad alta a padecer esquizofrenia, el consumo puede desencadenar la enfermedad.
Está demostrado que el consumo de drogas aumenta las posibilidades de padecer esquizofrenia y hacen que los síntomas aparezcan antes y sean más severos. La edad de aparición está entre los 15 y los 25 años. Entre los pacientes esquizofrénicos el consumo de drogas es mayor en los hombres que en las mujeres, aunque actualmente hay un aumento significativo entre éstas. Un dato sorprendente es que entre los consumidores de cannabis el riesgo de padecer esquizofrenia es seis veces mayor que entre los no consumidores. La cocaína es la droga que más ingresos hospitalarios provoca, con rasgos muy parecidos a la psicosis delirante: alucinaciones visuales, auditivas o táctiles, cree que le ven o le persiguen, tiene ideas delirantes...
Las drogas (incluido el alcohol) son un factor de riesgo y un desencadenante. Su consumo está directamente relacionado con el riesgo de recaída. Hoy, seis de cada diez drogodependientes atendidos en la red de toxicomanías españolas padecen además, un trastorno mental. Sufren una enfermedad que los especialistas han dado en llamar, patología dual (personas que sufren una adicción y una enfermedad mental) y la mayoría de los pacientes que la sufren no están diagnosticados.
Las consecuencias que el cannabis, el alcohol y la cocaína traen consigo en plena adolescencia es dañar el cerebro y el comportamiento humano, lo que derivará en un futuro no lejano en una enfermedad mental grave, como la esquizofrenia, un trastorno bipolar o una tendencia creciente al suicidio.
Los síntomas de los trastornos causados por las drogas se pueden encontrar en cambios en el comportamiento como anteriormente ya hemos dicho, como por ejemplo disminución en la asistencia y rendimiento en la escuela, meterse en problemas con frecuencia (peleas, accidentes, actividades ilegales), usar sustancias en situaciones que representan un peligro físico (mientras conduce u opera una máquina), actuar a escondidas o de manera sospechosa, manifestar cambios en el apetito o los patrones de sueño, exhibir cambios sin explicación en la personalidad o la actitud, demostrar cambios en el estado de ánimo (irritabilidad o estallidos de ira), pasar por períodos inusuales de hiperactividad, agitación o aturdimiento, no tener motivación, mostrarse temeroso, ansioso o paranoico sin razón alguna. También se pueden encontrar en los cambios físicos, como ojos inyectados de sangre y pupilas de tamaño anormal, pérdida o incremento de peso repentinos, deterioro del aspecto físico, olores inusuales en el aliento, el cuerpo o la ropa, temblores, habla inarticulada o coordinación atrofiada. Y en los cambios sociales, como por ejemplo cambio repentino de amigos, lugares favoritos de reunión y pasatiempos, problemas legales vinculados con el uso de sustancias, necesidad de dinero sin explicar o problemas financieros, uso de sustancias incluso a pesar de que generan problemas en las relaciones.

Para finalizar nos gustaría que las personas que en estos estén consumiendo o lo quieran hacer reflexionen sobre lo que acaban de leer, ya que es nuestra propia experiencia.

Taller de periodismo del CRIS



No hay comentarios:

Publicar un comentario